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Ícaro

Una vez más o la curiosa muerte de un falso ángel

Pasé con la más firme intención de mirar el escaparate. El miedo me inhundaba pero decidí dejar de pensar por un minuto y entrar. Lo hice. Me paré frente al mostrador echando una mirada para ver quién había. Lo vía él agachado limpiando los cristales de otro mostrador que estaba al fondo ya a otras dos personas conversando entre sí. Debieron haber sido sólo dos segundos los que estuve allí. Él no me vió. No se levantó. Seguía limpiando. Entonces el terror me invadió. Salí del local casi corriendo. Me detuve a unos pasos reprochándome esa acción. No ví ni siquiera su rostro mientras estaba ahí, pero pude reconocerlo fácilmente.
Fue en ese momento, parado a unos metros de donde se encontraba la razón de mi ofuscación, que pude ver con claridad aquel rostro suyo que a veces no podía recordar. Cada rasgo se dibujó en mi mente como si lo estuviera viendo a la cara.
Caminé un poco más y entré a la plaza. Me costaba respirar. Todo mi cuerpo temblaba. Sentí que el corazón se me salía; arremetía contra mi pecho con brusquedad. Tuve que sentarme en una banca buscando tranquilizarme. No podía. Un hormigueo se apoderó de mi cuerpo. Ni siquiera podía levantarme de donde estaba. El impacto fue enorme. Me sentí shokeado. ¿Qué pasaría, entonces, cuando nuestras miradas se cruzasen? ¿cuando intercambiase palabras con él? Comencé a golpear la banca con mis puños en señal de ira y ni siquiera sentí esos golpes. Creí desmayar. Qunque estaba tratando de tranquilizarme, parecía inútil. Toda mi frustración se hizo presente. Al fin dejé de sentir el mencionado hormigueo, me puse de pie, tome aire y comencé a caminar al interior de la plaza. Aún sentía cómo mis músculos estaban temblando. Cuando por fin obtuve un poco de estabilidad, después de ir al baño a mojarme la cara, decidí regresar, esta vez con la convicción de hacer lo que había ido a hacer. Otra vez me pararía frente al mostrador y voltearía "accidentalmente" la mirada hacia él. Todo estaba planeado, así que dirigí mis pasos hacia aquel lugar.
estando frente al mostrador, pude verlo de espaldas recogiendo algo, pero había alguien más en el local, un compañero suyo. Ese alguien se acercó a mí ofreciéndome ayuda. Cuando volteé a verlo --sin verlo, en realidad, pues estaba tan concentrado en adivinar los movimientos de su compañero y ahora que lo pienso no recordé su rostro ni cuando hube acabado de salir--, noté que Irving se levantó u se iba acercando. Era evidente que me había visto, que me había reconocido, pero yo aún fingía no mirarlo. Cuando le dí las gracias al otro dependiente volteé a verlo. Me estaba mirando con cierto aire de arrogancia hacia mí, como si con esa mirada me estuviese diciendo: "¡Vete de aquí!". Su expresión era muy sria, tal vez grave; pero lo miré sin poder dejar de hacerlo por unos segundos. Mientras eso sucedía, mi corazón se detuvo. Pude sentir claramente cómo dejó de palpitar. Entonces él se acercó al otro tipo sin dejar de mirarme, dibujando una muy leve sonrisa de "mírame".
Fue cuando supe que no tenía yo nada qué hacer en ese lugar, así que salí.
Confuso. Agonizando por dentro. Mi corazón volvió a latir con fuerza. Aún ahorita, después de varias horas, sigue latiendo muy rápido, y al pensar en ello aun tiemblo, todavía puedo sentir esa mirada asesina atravesarme entero. El plan fracasó. Ni una palabra pudo salir de mi boca y mucho menos de la suya. No puedo explicar mis sentimietos ante esta nueva derrota. Pero lo que sí sé, es que ese adiós ya no maquillaba un hasta luego. Ese nunca ya no escondía un ojalá.
Ícaro ha muerto

2 comentarios

Raquel -

Prelistada en el directorio de Bitacoras.com :)

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Gracias :)

uninvited -

te rindes a la primera Icaro? vaya.