Blogia
Ícaro

el veredicto final...

He aquí las primeras palabras que le escribí a mi amado verdugo. Son las palabras exactas del día después de que me entregara mis alas, las primeras palabras que vinieron a mi mente con mi caída. Son tuyas, Irving. Siempre lo fueron. Aún te amo.

Viernes, 28 de Noviembre de 2003 05:20:29 p.m.

Hi. Siento mucho lo que pasó hoy... o más bien, siento mucho lo que no pasó. Tal vez no puedas, o no quieras entender los motivos por los que reaccioné así...
Como sea... no voy a tratar de explicarlos.
Sabes? Estuve pensando todo el día en eso que me dijiste, sobre decir las cosas que pensamos, sobre no guardarse nada y decirlo en ese preciso instnte en que se están fraguando en nuestra mente. Así que decidí escribirte este e-mail, porque no quiero que ese momento se pase, no quiero que calle todavía mi palabra sólo por que ya se pasó el momento o porque no es el lugar y hora de morir la boca. Quiero que lo leas porque nace de mí y no quiero arrepentirme de nada, por eso cerré mi sesión de msn, no porque esté molesto ni porque no te quiera volver a ver, sino porque si platico contigo puede que ya no sea capaz de mandarlo.
Pues bien, ayer fue un día espectacular. Cualquier persona podría estar pensando en lo que sea o comentando tal o cual suceso, pero yo pensaba en tí. Pensaba en lo fenomenal que me lo pasé ayer y en esa forma tan excepcional en que me hiciste sentir diferente. Pensaba en que no podía esperar para regresar a donde tú estabas, en que quería verte, abrazarte, besarte.
Fueron sólo unas cuantas horas y fueron suficientes... el tiempo pasaba volando o se detenía, según su conveniencia, pero cada minuto, cada segundo a tu lado valió la pena.
Me siento como quinceañera en primavera escribiendo estas cosas, y sí, tal vez tienes razón, lo estoy malinterpretando, pero qué más da si siempre he vivido en un mundo similar, en un mundo en el que todo y todos son ilusiones flotando por el cielo y que a veces están tan altas que me es imposible tan sólo estar cerca de aproximarme a sentirlas... Así es mi mundo, uno en el que mis metas se quiebran con cada golpe y vulven a reconstruirse con cada ilusión, pero en fin, es mío.
Eso era lo que quería decirte, que me sentí tan bien de mirarte y tocarte, de besarte.
Y qué importaba Carlos! Yo quería estar contigo. Y no sé si fue por eso por lo que no pude continuar o por temor (aún no encuentro motivo para haberlo tenido, los que encuentro son sólo falacias), pero estoy seguro que hice lo debido, aunque lamento si es que arruiné tus planes.
No sé que haré ahora. Como te imaginarás, incluso como me hiciste creer que te imaginabas, mi vida no es muy ortodoxa ni muy fácil que digamos, pero tengo muchas cosas aún que aprender de ella.
Quisiera estar contigo ahora, pero no sé si podré aceptar tantas cosas -otra vez ese problema con la aceptación-. Hasta luego y espero que te guste:

Sinceramente tuyo: Carlos

0 comentarios